Sí, es cierto, es una cobra. Acompañada, por cierto, por una variedad de hierbas, semillas y raíces, pero una cobra al fin, y todo macerado en un baño de vodka.
Lo probé anoche en el restaurante vietnamita Le Cheval en Oakland en una reunión organizada por Mandalit en remembranza del tio Renán, y también para presentar a su hijita Amaya que hace poco cumplió su primer año.
Me gustó tanto el trago que pedí otro como bajativo al finalizar la comida.
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